martes, 6 de octubre de 2009

Antropologizando caminos. "El andante"





La otra realidad del Otro

“Los caminos son más largos pa´l que va cargado de más”


Anciano: ¡Ay, Señor! No podeis ver vuestro camino.
Gloucester: No sigo camino alguno, y, por consiguiente no tengo necesidad de ojos. He tropezado cuando veía. Con mucha frecuencia ocurre que nuestros recursos nos hacen descuidados y que nuestros meros defectos patentizan nuestras ventajas [... ]
Rey Lear. William Shakespeare. Acto Cuarto. Escena I.





No siempre la realidad que atribuímos como escena de nuestras vidas , es “realidad” inteligible como soberbiamente pretendemos.
Es interesante mirar y ver cuánto de nuestro entorno se desliza hacia otros espacios distintos .

¿Qué es la vida real?

¡Tantas veces desde nuestras incertidumbres caemos en la tentación de preguntarnos !
Nada tiene de novedosa nuestra inquietud cuando la interrogante ya lleva milenios formulándose.
¿Es - nos interrogamos - la suma de los sucesos mediatizados en los informativos de tv, o desde tanta radio vociferante y/o de todos esos bosques hechos papel de diarios y periódicos que nos emboscan sin piedad en tanta esquina urbana?
¿Es la realidad todo ese complejo de circunstancias y aconteceres con los cuales convivimos en el transcurrir de nuestras diarias andanzas por el mundo , es la que acompaña nuestro sueño intranquilos a la noche y saluda desde la incertidumbre nuestro despertar al alba ?
¿Qué nos dice al respecto el bueno de nuestro sentido común?
Compartimos el pensamiento de gente de muy ilustre y reconocida capacidad intelectual cuando nos advierten que tengamos cuidado. Que la realidad, son en realidad muchas realidades. que conceptualmente se construyen al interior de cada sociedad y de cada cultura. Quiero compartir con ustedes una experiencia humana, vicisitud individual y por tanto a las ciencias sociales una anécdota. No obstante cuestiona algunos estereotipos, estimula juicios y viajamos rapidamente a etiquetar de anormal al protagonista . Sería bueno compartir reflexión, opinión y diálogo con ustedes . Si algo no obstante debemos tener claro y presente ya desde los comienzos de este paseo por la vida, es que la realidad es algo que se construye socialmente.



Este buen amigo a quien llamaremos Juan, avanza profundo en su octava decena de primaveras vividas. O de la estación del año que prefiéramos. El prefiere el invierno . Por razones lógicas a su realidad: “m´hijo, en invierno el frío ayuda a buen comer, a buen dormir. Mis alimentos no se echan a perder ,mi caballo no agarra lombrices y yo tampoco”. Eso me dijo, este año, en febrero , cuando lo entrevisté en la ruta 5, próximo a Pueblo Carlos Reyles ( ex Molles), en el departamento de Durazno, República O. del Uruguay, a cuya vera, recostado en la protección de un alambrado, estaba acampado. Su realidad, su vida cotidiana, transcurre en los caminos . Tiene por vivienda y hogar su carro, al cual engancha un caballo de tiro, su pertenencia más preciada. En él se traslada por todo el país, y en una especie de recolecta va adquiriendo por compra o trueque, las pocas cosas que le son necesarias para su frugal subsistencia. Hábil para las artesanías, fabrica distintos útiles en mimbre que luego vende en estancias , pueblos chicos de campaña, o simplemente personas que detienen sus vehículos al borde del camino al advertir su carro-campamento. No tiene apuro , no persigue ningún destino . Deambula de aquí para allá, pero de sus palabras se desprende que no están sus movimientos desprovistos de oportunidad. Hay lugares en donde le gusta estar según sea la época del año.


“Tuve comercio y plata, cuando era joven, pero no tenía salud, ni amigos, ni familia , ni sueño al llegar la noche. Era mezquino y egoísta. Solamente pensaba en mi. Hoy tengo todo lo que me faltaba entonces. Además ahora vivo sin miedos. De noche miro las estrellas y veo a Dios. Ya lo ve esta es mi casa”.







En tranquilo diálogo con mi ayudante.






“Mire amigo - me dijo - hace más de 50 años que soy “andante”, nunca me he enfermado en ese tiempo y no recuerdo la última vez que tomé una aspirina porque cuando eso, yo era muy jóven”. No tengo vacunas, ni veo doctor. Dios me cuida.



“Aquí duermo, no es que solamente me acueste como hace mucha gente, de noche yo me acuesto y duermo. Estoy en paz conmigo porqué se que Dios me comprende y sabe que soy bueno”.



“¿Vio este puchero? es lo que tengo para hoy. Todo verdura sana. Guardo el resto para mañana. El agua es de la cañada. Es buena. La naturaleza nunca me enfermó”. Por eso yo la respeto. Y también respeto a todos los seres. ¿Vio, esa mosca en el boniato? a mi no me hace nada, ella vive, yo vivo, los dos vivimos de lo mismo”.





“Tampoco tengo documentos, pa´que si no los preciso. Tampoco nadie me molesta. Quizás porque nunca ando con plata. La plata no se come. Cuando vendo algo, gasto en cosas que necesito . Que son muy pocas” . Al fondo en el horizonte, a unos 2 kilómetros se encuentra el Pueblo Carlos Reyles( Molles) Durazno.




El carro vivienda de Juan y sus pertenencias .


Otra perspectiva del carro vivienda de Juan





Ante la atenta mirada de Noemia , mi ayudante, explica:

“Doña, yo no pido , como Dios manda trabajo por mi comida. Soy mimbrero. Cobro lo que corresponde por mi trabajo. Ve este canasto, es para poner leña, lo hice de encargo para una estancia”. Hay en la vida de Juan una ruptura con el orden de cosas aceptado y tenido como realidad cotidiana por el resto de la comunidad en que vive. Su mundo, mucho del cual es a nosotros fantástico e imaginario, aparece como una situación de vida donde todo es posible. Es que su relato, y en él, los detalles de su vida cotidiana según los narra, componen un discurso fantástico, en el cual tiempo y espacio, lo que los cientistas sociales denominan : el aquí y el ahora, carecen de significación necesaria para hacerlos inteligibles a nuestra realidad. También, es bueno dejarlo dicho, relaciones como ésta en las cuales el cara a cara genera una relación próxima, es donde la abundancia de información a decodificar se torna tan abundante que en principio abruma. También satura los mecanismos de decodificación hasta tanto no nos detenemos en humildad metodológica a reflexionar.

Mientras tanto los fogones y fuegos de Juan , los que comprendemos e interpretamos y los que no tanto, están como tanta y toda Otredad, ahí, bajo las estrellas , expuestos a nuestro mirar .