*Artículo publicado en el País de Madrid - 22 oct 1985
El filósofo francés Jean-François Lyotard, considerado uno de los mentores de la llamada posmodernidad, denunció el pasado lunes en Madrid el agotamiento del pensamiento europeo tradicional. Lyotard habló en el Instituto Francés de la capital de España, y anoche lo hizo en Barcelona. El polémico pensador afirmó: "A pesar de la nostalgia, ni el marxismo ni el liberalismo pueden explicar la actual sociedad posmoderna. Debemos acostumbrarnos a pensar sin moldes ni criterios. Eso es el posmodernismo".
Durante la década pasada, buena parte de la obra de Lyotard estuvo dedicada a razonar la continuidad del pensamiento surgido del mayo francés, buscando sus raíces en Marx y en Freud. Sus textos han defendido la necesidad de una "política libidinal", que, a juicio del autor, ya estaba contenida en El capital.A la vuelta de los años, Lyotard se muestra ajeno a esos orígenes y, por el contrario, prefiere cuestionar la propia vigencia del pensamiento. "El universo tecnocientífico en el que vivimos y que caracteriza a la sociedad posmoderna", aseguró, "ha demostrado que el único valor vigente está en aquello que sea capaz de ofrecer un resultado. Ello nos obliga a cuestionar la propia utilidad del pensamiento, que es una disciplina que lleva tiempo, no puede garantizar sus resultados y, además, no suele ser muy operativa".
La crisis del humanismo
Las reflexiones que dominan el actual discurso del autor de La condición posmoderna se centran en la crítica al fracaso de las tres grandes concepciones humanistas que han guiado a las sociedades durante el último siglo y medio."La política liberal y democrática, nacida de la Revolución francesa", aseguró, "pretendía que la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación y la cultura formaría ciudadanos responsables, capaces de pronunciarse sobre el destino de la comunidad". Sin embargo, a la hora de los resultados, considera que "nos encontramos con sociedades en las que la manipulación del poder y los medias han desplazado a la libertad de pensamiento y para la que la educación no ofrece una finalidad rentable ni operativa", aseguró.
El otro gran ideal de la modernidad que, según Lyotard, ha fracasado, es la búsqueda del mejoramiento económico, a través del trabajo: "Aunque el nivel de vida es en la actualidad superior al de hace unas décadas, podemos comprobar que el desarrollo ha provocado una crisis mundial de empleo y ha logrado neutralizar y dejar fuera del circuito económico a diferentes sectores sociales".
Este fracaso sería, aparentemente, el motivo de la actual pérdida de interés por el sindicalismo y la desvalorización de la noción misma de trabajo. "Ni siquiera la irrupción de las nuevas tecnologías podrá solucionar esta cuestión, ya que, por el contrario, provocarán nuevos contingentes de parados".
Por último, Lyotard lleva la crítica al que considera el gran ideal emancipador de los últimos 100 años -el marxismo-, del que asegura "se ha convertido en alimento de la policía política y la burocracia cínica en los países del Este, mientras que pierde credibilidad en Occidente".
"El fracaso de los grandes ideales de la modernidad", dice Lyotard, "provoca el titubeo entre la melancolía y la certeza de que ya no son creíbles ni útiles". Junto a esta duda, está la evidencia del gran progreso tecnocientífico y económico de Europa. "Los ciudadanos saben que Europa es hoy uno de los grandes interlocutores mundiales", aseguró, "una gran potencia, aunque sigan temiendo la decadencia del continente. Eso es parte de la tradición: creer que Europa está en decadencia permanente".
* Este artículo apareció en la edición impresa del martes, 22 de octubre de 1985.