miércoles, 5 de agosto de 2009

Parte II . El viaje y el Pueblo*

* Versión de autor abreviada y adaptada






Recuerdos de una Etnografía (continuación)


II - Capítulo Teórico Metodológico

“En otras palabras, hay toda una serie de fenómenos de gran importancia que no pueden recogerse mediante interrogatorios ni con el análisis de documentos, sino que tienen que ser observados en su plena realidad. Llamémosles los imponderables de la vida real.”
Los Argonautas del Pacífico Occidental.
Bronislaw Malinowski

Lineas generales de investigación

El trabajo de campo se llevó a cabo utilizando técnicas que combinaron observación, observación participante, entrevistas abiertas y conversaciones no formalizadas como tales, Al campo, se viajó en tres oportunidades, instalándonos por espacio de tres días a la primera a título exploratorio en el mes de enero, para regresar ya con mejor panorama y adecuado equipamiento en febrero por espacio de 10 días.
El tercer viaje, del que nos ocuparemos en las conclusiones , surge como hecho etnográfico potente y se encadena con esta investigación desde fuerte interacción con la alteridad en nuestro trabajo en el campo. Duró este en medición humana solo un día. Significó a nuestra investigación todo un inmensurable tiempo antropológico.



La pretensión etnográfica sabido es, se visualiza en el diálogo con el Otro. Una de las situaciones de campo determinante en la articulación de vínculos de relación, en términos de Geertz, nuestra cardocera “riña de gallos” , se construyó en el repetido episodio de recorridas a caballo por el pueblo y sus aledaños , invitación - con mucho de desafío - que me realizara Pepe, uno de los informantes claves. Varias cervezas después, algunos poco presentables salamines y mucha dura y maciza galleta de “campaña” mediante, compartidas a la sombra de centenarios “paraisos” y el relato de su historia de vida, bastante sui generis hizo que entre dimes y diretes, ganamos en confianza primero y en amistad después.
En ocasiones también será motivo de recurrir a todas mis reservas de paciencia ante sus inopinadas visitas . Hoy confieso, las recuerdo con nostalgia.





De la mano “del Pepe” encontramos a Augé. No en modernos subterráneos ,sino en voluntariosos caballos que resoplaban contentos con el paseo. Extraño mundo casi sin gente. También encontramos y allí permanece, el pueblo-memoria, a modo que el pensamiento levistrausiano nos advierte... diluyéndose.

III - Capítulo Etnográfico

“ (...)El Emperador había bajado ya de la torre y se adelantaba a caballo hasta mi, lo que estuvo a punto de costarle caro, porque el animal, aunque muy manso, como no estaba hecho a una apariencia como la mía , semejante sin duda para el a una montaña en movimiento, se puso de manos del espanto (....)
Viajes de Gulliver. Jonathan Swift.

El viaje

“A las 5 y 30 entramos en la rada de Recife mientras gritaban las gaviotas y una flotilla de vendedores de frutas exóticas se apretujaba contra el casco.¿ Un recuerdo tan insignificante , merece ser fijado en el papel?" Tristes Trópicos. Claude Lévi-Strauss



La partida.
Toda Etnografía se constituye y edifica en el viajar . También los viajeros. También es en este espacio de viaje , donde comienzan a construirse los relatos que sin agredirse, se obedecen unos a otros y se diseñan uno sobre otro, cual estratos arqueológicos, ordenados en un paciente quehacer descriptivo, desde un hacer hermenéutico, desde la voz del discurso que se lleva y traslada , que presumimos, y es de buena salud epistemológica sospecharlo, sesgado de etnocentrismo residual , que aquí lo tomamos en el sentido que le da Romero :

“El etnocentrismo como tal no es privativo de las sociedades occidentales ni de las sociedades en si, hay autores que hablan de un “etnocentrismo de clase”, de “grupos de status” e incluso de un “etnocentrismo socio-profesional.” Romero, s/d :23

Son tiempos también de intensos viajes hacia el yo, el etnólogo da sus pasos vacilantes en el rito de paso desde donde nacerá y se construirá como antropólogo. O no.
Es decir, siguiendo el decir de Da Matta:

(...) En esta etapa , o mejor, en esta dimensión de la investigación ya no me encuentro dialogando con indios de papel, sino con personas(...) Me encuentro haciendo frente a mariposas nocturnas y enfermedades.” Da Matta, R., 1999 :264

En el relato autocrítico de sus sentimientos, desde sus angustias y sus miedos, desde la incertidumbre de no lograr respuestas:
¿ Por qué estamos aquí? . Afortunadamente, felizmente, pronto se descubre.

El escenario etnográfico. Estar ahí... extranjero en mi país.

“Pido a los santos del cielo que aclaren mi pensamiento:
les pido en este momento que voy a cantar mi historia
me refresquen la memoria y aclaren mi entendimiento”
Martín Fierro. José Hernandez

“(...) la ciudad es ruido, rumor, estrépito “ Auge,M., 1998: 117,



Encontramos en Cardoso Grande, al contraste, la serenidad. La naturaleza allí está en armonía, incluye en ella la gente que la habita, se manifiesta esta sensación en toda la gama de dimensiones de los sentidos, en una más justa relación proxémica con el escenario, dentro de una medida humana.


Se divide, en obligada convivencia, entre casas habitadas, que son las menos, y las ruinosas , vestigios de paredes caídas y techos colapsados sobre si mismo.



Enfrente a nuestra carpa, en otros tiempos importante avenida, una de ellas; abandonada construcción sostenida sobre sólidos cimientos en piedra, con grandes ventanales y puertas en madera dura, techo de chapas , zinc de calidad, 200 metros cuadrados de edificación, subsuelo acondicionado como sótano, a la usanza de las casonas españolas, mas de 1000 metros cuadrados de terreno, con señales de enjardinados y su patio interno de estilo español colonial, que desde su deterioro dialogan de esplendor con las paredes cubiertas de azulejos españoles y el orgulloso viejo aljibe que domina, desde su aún , el centro de ese espacio.




A la mirada, al extrañamiento, se producen emociones importantes y también contrapuestas. Es difícil describir la riqueza cacofónica de un amanecer en Cardoso. Los innumerables lenguajes que se producen a las primeras luces de un nuevo día, crean un estrépito, tanto más extraordinario cuanto que desconocido desde donde venimos y... ¿ vivimos?

2- El Pueblo

Cuando en una intersección de caminos, sujetado a los postes y “piques” de un alambrado, nos encontramos de sopetón con un letrero construido en tosco tablón de madera ,escasamente pulimentada, desde donde letras primorosamente caligrafiadas en pintura, nos obsequiaban un alentador:




“BIENVENIDOS A CARDOZO GRANDE ”.

Así. Con zeta.


Intuimos entonces y tomamos como señal, que lo que fuéramos a encontrar, estaría mas o menos materialmente en ruinas, pero que latente en aquel lugar al modo que fuere, encontraríamos una importante carga de energía humana vital.
En una mañana de verano, bastante fresca para la época , llegando, transitamos por lo que parece hubiere sido otrora una Avenida . Desde el amistoso cartel de bienvenida hasta las primeras construcciones del pueblo, distan unos 5 kilómetros, “legua y pico” para los del pueblo, estos últimos kilómetros , ya verdaderos “infernales” caminos de campaña . Las huellas de vehículos, personas y animales mantienen el dibujo de la calle, que está bordeada a ambos lados por una simétrica línea de árboles “paraísos” de aspecto muy añoso . En este territorio de unas 60 hectáreas, limitado al N.O y al S.O. por el agua del embalse de la Represa del Rincón del Bonete, se encuentran las 45 viviendas censadas en 2004, de las cuales únicamente están ocupadas 18 .
Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, Cardoso cuenta con 47 habitantes; 25 hombres y 22 mujeres. A la observación etnográfica, y con el alto grado de movilidad de los residentes adultos varones en trabajos zafrales, y los egresos escolares de los cuales algunos emigran a continuar estudios estimamos mayor la población .




La disminución en cantidades es sostenida , a título de ejemplo, en 1963 arrojaba 196 habitantes, ya en 1985 había descendido a 85
“Cuando Cardoso Grande tenía 1.500 habitantes, Montevideo tenía mas o menos 500.000, ese es el punto de comparación. Paso de los Toros probablemente tendría 3 o 4 mil, para la misma época.” Un informante.
Allí golpeamos las manos y nos atendió Cardoso Grande en toda su espléndida sencillez.




Explicar lo que la Antropología Social buscaba allí, dejó un sinfín de anécdotas y experiencias , sin duda rico material para varios capítulos risueños. Algo de Laura Bohanan leyendo Shakeaspeare en la selva.
El campamento – la carpa y sus artefactos, -muchos bajo sospecha de inútiles - quedó finalmente instalado a unos 150 metros de las orillas del lago.








En realidad, todo lo que nos rodea es tierra fiscal, expropiada por el estado o abandonada por sus dueños o sea: “de naides y de todos” . No obstante no es la opinión dominante por estos lares y es por lo tanto las reglas del lugar las que respetamos.
Desde la ubicación de la carpa, la vista abarca la imagen de Cardoso al momento del trabajo de campo.




La escasez de lluvias , “la seca”, en pintoresco modismo lugareño y su consecuencia “la bajante” en los niveles de agua del lago, nos privilegió al permitirnos tener a nuestra vista , en coyuntura extraordinaria, emergiendo en las orillas, ruinas de construcciones de piedra de mucho porte, que luego identificamos en entrevistas , como los restos de lo que fuera la estación del Ferrocarril.


Allí en ese lugar, en una tarde de duro sol de enero, empezamos la dificultosa tarea, de adaptar nuestras conductas urbanas a “lo rural”, escenario en principio hostil y agresor desde nuestra ineptitud, e intentar convertirlo de hermoso lugar natural en un sitio habitable.



(Continuará)

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