sábado, 7 de noviembre de 2009

El día que el Estado se evaporó






Cada tanto suceden , en lo que hace a las personales peripecias , episodios que se nos arriman sin demasiados estruendos, alteran nuestra cotidianeidad , e inesperados y sorpresivos, perturban nuestras siestas e incomodan la normal digestión.
No exclusivamente referido esto a la que llevan adelante nuestras buenas y distraídas panzas y provocan al sacudón de su arribo , el nacimiento de un nuevo orden en esos espacios en donde instalamos las temáticas que hacen a las preocupaciones de nuestro diario vivir. No es preciso intencionalidad expresa alguna, simple causa y efecto, simples consecuencias, inesperadas e impensadas.
Llegan y sacuden. Llegan y convocan. Llegan y protestan. Llegan y contestan.

(click en imagen para agrandar)


Algo así ocurrió recientemente y se filtró subrepticiamente en el espacio de mis reflexiones . Una vez sí y otra también, intento , mas de las veces en vano ejercicio, establecer un orden que me resguarde de la incertidumbre, orden que me permita y haga inteligible la escena y escenario en que participamos a diario , a todo y cualquier título.
Realidad compleja, diversa, cambiante, con tendencia a derivar transformando y deformando los acontecimientos cotidianos , contaminado escenario éste, por todo tipo de sesgos , de edad, género, educación, nacionalidad, grupo étnico de afiliación, sentimiento personal de clase, y en el hoy presente electoral, de fuerte opacidad para todo lo que no convenga a nuestros intereses ideológicos partidarios, etc., y todos los etcéteras imaginables y posibles .

He mirado días atrás, como tantos otros, pero también he visto, lo cual no parece ser fenómeno común a muchos de tantos otros, imágenes que muestran fría y despersonalizadamente , como es de prestigio a toda buena máquina, escenas de la vida real en las que un humano, en un mundo cultural humano, rodeado de muchos Otros humanos, mata a Otro humano.




Todo tan simple y rápido como en una escena cualquiera de cualquier película de Tarantino.
Sin economía alguna, ni en las armas, ni en la dinámica de dos rivales en reyerta en el esfuerzo de lastimar y matar. Tampoco en la tensa expectativa de los espectadores, ni en su ansiedad de muerte que se presume, ni en su indiferencia ante el inminente desenlace. Ni en la mancha roja agrandándose apresurada desde un pecho ya muerto , enorme y sangrienta ,en el centro de su camiseta amarilla. Ni en el debilitar postrero de rodillas en el derrumbre de la muerte. Héctor y Aquiles.

No importa la casuística de lo que lleva a esos hombres a la muerte. No es el caso ni el espacio para analizarlo. Igual que los rivales homéricos, quizás y sin quizás, son actores casi involuntarios de una encrucijada en que quizás tampoco importe mucho la restitución de Helena a su marido. No creo que al que sobrevivió le importe. Quisiera imaginarme y no lo consigo, saber algo sobre la sorpresa por su muerte en el muerto.
Es la cárcel, escucho. Son los códigos carcelarios , escucho. Es la subcultura de la cárcel oigo insistentemene en todos los discursos que vienen del sistema todo y desde sus operadores y sus poderes.
La verdad que no quiero oir, por lo tanto me refiero sordo a esos cantos simplificadores, si vuelvo a Homero, me ato al mástil y también es este texto, mi modesto intento de encerar los oidos de los remeros a tamaña reducción del tema.


No quiero oir porque simplemente son argumentos que buscan disipar responsabilidades y excusar . Esos hombres prisioneros, confinados a vivir allí en la legitimación surgida de verbos que aprendimos cargados de nuevas significaciones : penar, pagar, purgar, cumplir y otros, son en principio , de hecho y de derecho, individuos de nuestro género y especie, simples homo sapiens sapiens, que al igual que todos nosotros han sido esperados al nacer por igual cultura, han sido endoculturados al interior de nuestro grupo social, compartimos rituales y ceremonias, su mundo mágico y simbólico son los nuestros ; son simplemente al derecho violentado, delincuentes. Han transgredido en mayor o menor gravedad, nuestros contratos culturales de convivencia, alguna vez oralizados hoy escritos en forma de ley. No implica ni llevan tales transgresiones como parte de su pena , su muerte. Pensemos lo que pensemos acerca del homicidio legalizado que hasta no hace no tanto ordenaban los tribunales y ejecutaban los verdugos .

Miro las imágenes y pienso, panoptizamos eficientemente la vida de estos hombres, invadimos mediante tecnología avanzada un algo más sus espacios sociales y sus distancias personales ,los filmamos , además de toda la secuencia de actos de registro sobre sus cuerpos y su persona, pero no somos hábiles al momento de atender y evitar que sus vidas dependan de la habilidad en la esgrima brutal de los cuchillos largos carcelarios.
De ahí mi título. El Estado, en mi visión, se evaporó.




No estuvo ni antes ni después.

Menos aún es notorio en el durante.

Pero entonces: ¿Es el Estado quién tiene bajo su cuidado y custodia a tantos individuos de esta sociedad en la que culturalmente interactúo? ¿Debo entonces desarrollar pronto y rápido garras y dientes para sobrevivir? No creo, es simplista y funcional a esconder el monte en el bosque, en subculturas carcelarias, es simplemente nuestra cultura , arreglada y adaptada, hasta pienso que con mucha eficiencia a la condición de miserable vida de confinados, desterrados en su propia tierra, si quieren concedo que pueda manejarse como idea teórica el que lo delicuencial, convertido en estrategia de subsistencia, también muy eficiente, pueda tenerse como un rasgo apartado y sólido de la realidad cultural uruguaya, pero ¿subcultura ? horripila mi pensamiento antropológico. Generalizado que lo sea el canibalismo gastronómico al interior de los encierros de humanos deberé entonces reveer esta mi posición téorica. Espero que no lo haré.

Hay sólidos argumentos científicos, para desterrar no solamente los residuos de positivismo italiano del s.XVIII que trajo la idea del hombre criminal nato de la mano de los razonamientos de Lombroso y sus discípulos, los mismos que luego construyeron la política criminal musoliana y cruzando el grán charco atlántico ataron sus cabos de popa y de proa, en el espíritu y la letra de nuestra ideología penal. No solamente en la de los eruditos , penalistas , políticos profesionales y legisladores representantes nuestros. No. También en la manera en que nosotros individuos legos a tales disciplinas miramos a los desviados y no los vemos en su Otredad como individuos de nuestro grupo .

Dejo el tema por aquí. Quizás regrese a él.
Entre tanto voy a leer nuevamente a Boris Vian y las fantásticas aventuras y vicisitudes humanas de su tierno lobo Denis , sorprendido hombre entre los hombres, que ya no me parecen ni tan lejanas ni tan fantásticas como antaño, lo leo cada vez más incrustado, más creible en la realidad humana cotidiana, lamentablemente, es mi opinión , cada vez menos animal.

***

La voz del Estado:
(Fuente: http://www.ired.gub.uy/contenido/2009/11/2009110422.htm)

El Observador da cuenta que imágenes captadas el pasado 31 de octubre pasadas las 15 horas por cámaras instaladas dentro del COMCAR por el Centro de Monitoreo del Ministerio del Interior, “mostraron dos realidades: la violencia del enfrentamiento entre reclusos y la ausencia policial”.

En la zona de esparcimiento del establecimiento se enfrentaron a muerte Jorge Ferrer Rodríguez y Miguel Virhuez, con largos cortes carcelarios, ante la mirada de los demás presos, y durante ese enfrentamiento, y en los minutos siguientes no aparece ningún policía. En el módulo 3 no hay torre de vigía desde donde disparar con balas de goma. Los policías deben acceder al patio por el mismo lugar que los reclusos.

La causa de muerte de Virhuez, según el parte médico, fue anemia aguda por herida cardíaca, Además, tenía una herida en la mano izquierda y había recibido varias puñaladas. Ferrer Rodríguez admitió el homicidio. El Juez Federico Alvarez Petraglia le imputó a Ferrer Rodríguez el delito de homicidio.

Un día antes, hubo otra reyerta en el módulo 5 del COMCAR, con la muerte de Marcos García, por lo que esta semana habrá una audiencia, ya que el matador aún no fue procesado.

El COMCAR, que tiene 2.913 reclusos distribuidos en siete módulos, cuenta con 10 policías aproximadamente para vigilar a cada uno de dichos módulos.

La capacidad locativa actual del establecimiento de Santiago Vázquez es de 1.636. (El Observador)



(Fuente video/fotogramas: www.observa.com.uy)

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